Rumiación mental y Personas Altamente Sensibles

pensamientos obsesivos

La rumiación mental es una de las características más típicas de las personas sensibles. El nivel de elaboración mental de las PAS puede ser enorme, y eso por supuesto, trae unas consecuencias, algunas negativas (bucles de pensamientos obsesivos) y otras positivas (gran capacidad de análisis frente a un hecho concreto)

 

Siempre he creído que mi rumiación mental era debido a mi parte intelectual relacionada con el lenguaje, donde he tenido mucho desarrollo desde pequeña, pero básicamente esto se ha solapado también con mi sensibilidad y ha generado en mí más de una situación poco agradable. Durante mi adolescencia era capaz de quedarme atrapada en mis propios pensamientos, en bucle durante días e incluso meses. Me sucedía algo y en la mayor parte de las ocasiones lo percibía como llamativo o intenso, así que empezaba a analizarlo de una manera muy profunda y diversa. Contemplaba todos los prismas y aunque era capaz de llegar a conclusiones, la historia podía no dejarme tranquila en una temporada.

Un caso típico que me sucedía (a día de hoy también, pero ya lo voy llevando mejor) era, por ejemplo, cuando una amiga o un amigo me decían alguna cosa que yo interpretaba como hiriente, que podía ser con frecuencia. Ahí empezaba todo el bucle de pensamientos obsesivos; ¿qué me ha querido decir exactamente? ¿significará tal aspecto? Es probable que este otro también… Bueno, y ¿por qué? No lo sé… Pero tiene que haber una razón. ¿Pero cuál? Seguro que es por esto… No, no creo. Sí, no dudes tanto. Bueno, pero…

Estoy poniendo un ejemplo de algo “light”, porque normalmente podía ser destructivo hasta la médula. Estas situaciones me producían un agotamiento mental que me dejaba exhausta. Era como hacer un deporte (mental) hasta llegar al burn-out. Y es algo que se convierte en cíclico y repetitivo. En realidad, “el problema” externo dejaba de existir, se colocaba como en un tercer o cuarto plano y me focalizaba en mi propio pensamiento, el cual se volvía el verdadero problema.

Claro que también, el ser sensible tiene su parte positiva, cuando no entro en el modo de pensamiento obsesivo, soy una persona por lo general reflexiva e introspectiva, capaz de ver mucho más allá de un simple hecho, solo por esa capacidad de análisis de la realidad con esa variedad de matices que pueden tener las cosas. Las PAS por lo general solemos ser más bien indecisas debido a este rasgo. Le damos vueltas a todo y no nos lanzamos hasta estar bien convencidos de algo. 

Puede haber excepciones, pero por ejemplo, para elegir un móvil nuevo, soy capaz de estar varios meses haciendo comparativas y buscando cuál es el dispositivo que mejor se adapta a mí, por decir algo. Así que cuando se trata de una decisión importante, ya no quiero ni pensarlo; mudarse, cambiar de trabajo, empezar una nueva etapa etc. Todavía me acuerdo de los 3 años que estuve durante la adolescencia pensando en qué carrera universitaria quería hacer, y en cómo eso podía determinar profundamente mi vida. Además de que era muy influenciable, y casi la totalidad de mi entorno estaba enfocada en las ciencias cuando yo destacaba en las letras, así que recibí el mensaje de que las letras eran para “tontos” y si yo era inteligente tenía que escoger las ciencias. Ridículo, ¿verdad?

Cuando el pensamiento productivo y reflexivo se convierte en pensamiento obsesivo, es muy difícil de erradicar pidiéndole simplemente a alguien que “deje de pensar” o que medite sin más. Para empezar, la meditación está muy malentendida entre muchas personas, que creen erróneamente que ésta consiste en no pensar en nada. Cuando yo intentaba meditar con 16 años, que ya tenía una mente que me reventaba a mí misma y estaba prácticamente a las puertas de una depresión, y dejar “la mente en blanco”,  lo único que conseguía era más ruido mental, un nivel de ansiedad altísimo y mayor frustración. No encontré en aquel momento ningún recurso que me explicase correctamente la meditación, cuestión que he aprendido unos 9 ó 10 años después.

De todas maneras, la meditación no me parece que sea la única respuesta a los pensamientos obsesivos, pero sí muy beneficioso para una persona sensible. Las soluciones de los hábitos emocionales negativos son, a mi juicio, un poco a largo plazo. Tienes que repetir lo mismo durante un tiempo para que se implante en ti una nueva realidad. Si llevas años teniendo pensamientos obsesivos o rumiación mental, no se te va a quitar con una semana de meditación. 

Esto es debido a que los pensamientos obsesivos son un comportamiento cerebral aprendido frente a situaciones emocionales desagradables para ayudar a disociarnos del dolor emocional que pudiéramos estar experimentando. Es decir, es una estrategia de afrontamiento, un tipo de defensa que se vuelve disfuncional. ¿Y por qué es disfuncional? Básicamente porque nos mantiene en el futuro y en el pasado y nos desenfoca del presente. Además nuestros intentos por escapar de las sensaciones y emociones negativas hace que generemos más emociones displacenteras. Si entiendes bien el inglés, te dejo aquí un vídeo interesante sobre el tema de Nicole LePera para que lo veas más tarde.

Por lo general, cuando ocurre una situación en la cual no sabemos cómo reaccionar adecuadamente en ese momento, el cerebro busca todas las soluciones posibles incluso aun sin haber solución. Y cuando se cronifica en el tiempo, se convierte en pensamiento obsesivo. Entramos en un análisis compulsivo e inútil porque el dolor emocional es muy grande como para dejarlo sentir, así que la mente, por supervivencia, crea este estado que se acaba convirtiendo en un problema. 

Lo bueno de darnos cuenta de que estamos en un bucle de pensamientos obsesivos, es que podemos enfocarnos en qué es lo que nos duele, cuál es el malestar que estamos tratando de evitar. Recuperando el ejemplo que puse al principio, cuando un amigo me decía algo que me hería… 

En vez de buscar tanto la razón que hay detrás de ese comentario, que oye, también lo podemos averiguar, es más bien centrarnos en qué hay detrás de que nos hayamos obsesionado con eso. Probablemente me sentía rechazada, poco aceptada, cosa que a su vez, no era más que mi propio rechazo (yo misma me he rechazado miles de veces) Así que es más interesante a mi parecer, indagar en las emociones propias que en el hecho en sí. Y una vez que descubrimos el asunto de una manera un poco más profunda, verbalizar en voz alta (para ti mismo) lo que has sabido ver: “me he sentido rechazada o poco querida, y eso me duele.”

Esto es muy útil hacerlo, ya que reconocer el dolor emocional alivia parte de la carga. Se puede volver a repetir varias veces durante un periodo prolongado de tiempo, si el tema es “gordo”. Por ejemplo, si estás en un bucle de pensamiento obsesivo porque te ha dejado tu pareja, verbaliza en voz alta cómo te sientes: me siento dolido, dejado, abandonado, triste, estoy reviviendo otro abandono, otra traición… da igual, lo que hay dentro de cada uno es diferente. Decirlo en voz alta es mucho más poderoso que hacerlo a nivel mental, pero al principio cuesta y puede que de un poco de vergüenza. Pero no pasa nada, es un ejercicio de honestidad maravilloso contigo mismo. 

La mayoría de las personas no quieren reconocer su propio dolor emocional, éste puede ser tan grande que te consuma durante años. Otros no son ni capaces de ver las capas que van acumulando de ese dolor no procesado. También es cierto que por protección, los traumas a veces quedan como “ocultos”, se olvidan, o no se siente nada porque la mente está protegiendo a la persona. Pero esto llegará un momento en el que salga a la luz, y puede ser como un tsunami arrasando con todo.

Lo más importante a la hora de reducir el nivel de ruido mental es, además de observar a diario nuestros patrones de pensamientos y disociarnos de ellos, es decir, verlos como si fuéramos otra persona, y de tener bien claro cómo opera nuestra mente, es crear un hábito nuevo de realidad en el que repites una y otra vez no quedarte enganchado en esos pensamientos aunque te lleguen

En mi caso, que he tenido ansiedad y pensamientos obsesivos durante años sin saber cómo salir, vi que gracias a la observación constante de mi mente, conseguía ser como un policía de mi cabeza e impedir que esa programación me »secuestrase». Obviamente caigo todavía en engancharme mentalmente muchas veces con algo, pero he reducido mucho el volumen de tiempo en el que me quedo atrapada. 

Recuerdo hace unos meses cuando una mañana me desperté y me sentía completamente a gusto y feliz en mi cama, aún somnolienta. Gracias a la observación que ya llevaba tiempo poniendo en práctica, sentí mi bienestar y como al instante un pensamiento intrusivo se metía en mi cabeza y automáticamente comencé a sentir ansiedad. Ese momento fue revelador para mí, porque tomé conciencia de cómo mi subconsciente tenía por costumbre “traerme” malestar de forma automática sin que hubiera ocurrido absolutamente nada. Y vi que estaba programada para el malestar, por lo que no debía prestar atención en absoluto a esos pensamientos, como si no tuvieran importancia o fuese un ruido de fondo. 

Durante varias semanas ocurría el mismo proceso, me despertaba, me sentía bien y en breves instantes empezaba a sentir ansiedad que duraba unas cuantas horas. Anteriormente había creído que el malestar ya lo tenía nada más despertar, pero nada que ver, venía justo un momentito después, cuando ya empezaba a estar un poco más consciente y despierta. Así que durante todas las mañanas, como sabía que mi mente trataba de hacerme sentir mal, no le prestaba atención a nada de lo que pensaba, simplemente me ponía a desayunar, recoger la casa, usar el ordenador y cuando eran las 12 de la mañana, me daba cuenta de que la ansiedad ya estaba disminuyendo… 

Al final ha sido como una especie de entrenamiento, donde no tomo en consideración todos esos pensamientos que sé que no aportan valor a mi vida, o esos bucles en los que me descubro encerrada, los cuáles se que tratan de hacerme escapar del dolor emocional que pueda sentir.

En resumen, los pasos primordiales que tienes que dar para ir saliendo de tu rumiación mental son:

  1. Observar tu patrón de pensamiento durante un tiempo de manera constante. Esto puede durar el tiempo que sea necesario. Unas 3 semanas puede estar bien para empezar, pero luego te habitúas y lo haces casi automático. Yo lo que hice para hacerlo a diario era ponerme alarmas en el móvil a cada hora desde que me despertaba hasta por la noche.  Cuando sonaba, me paraba un momento y me preguntaba: ¿en qué estaba pensando justo hace un momento? Y hacía mi introspección. 
  2. Comprender y entender de manera profunda que la obsesión mental y la rumiación son vías de escape al dolor emocional, que te generarán aún mayor sufrimiento.
  3. Una vez hayas tomado consciencia de tus patrones y pillarte en tus propios bucles, estos van perdiendo importancia, puesto que en vez de tratar de responder a esos bucles, vas a indagar qué dolor emocional estás evitando sentir.
  4. Otro paso o técnica para ir disminuyendo los bucles, y que me la enseñó mi madre, es básicamente ponerte un tiempo límite al día en el cual puedes estar dándole vueltas a algo. Por ejemplo, si ves que estás queriendo tomar una decisión, o tienes una conversación pendiente con alguien y te preocupa o tienes miedo de las consecuencias (algo muy frecuente que me ha pasado) puedes decir: bueno, son las 19, voy a estar pensando y escribiendo sobre esto hasta las 20, pero a partir de ahí, hago algo que me distraiga lo máximo posible.

Sé que esto último no es muy efectivo si es la primera vez en tu vida que estás tratando de reducir la tendencia a la rumiación. Se trata de algo para gente que ya haya avanzado un poco más en su proceso (o que le apetezca hacerlo desde el principio porque realmente puede ser positivo) Los pensamientos obsesivos son intrusivos, no queremos tenerlos pero aparecen sin más, por lo que, si queremos practicar lo del tiempo límite, luego hemos de buscar una actividad que verdaderamente nos mantenga focalizados en otra cosa. Porque si no, en vez de estar una hora pensando, podemos pasar el día completo.

A mí me ha ayudado mucho hacer deporte en grupo en el gym (artes marciales, crossfit, una clase de yoga, lo que sea) y aprender a bailar salsa. Cada uno sus gustos… Pero cuando estás entrenando o bailando te puedo asegurar que tu mente estará tan enfocada que será muy difícil que estés pensando de manera constante de forma obsesiva. Así que el movimiento físico es fundamental y te ayudará mucho en tu proceso. 

¿Quieres saber más sobre el dolor emocional? Entra en este otro artículo, donde hablo acerca del sufrimiento y la Alta Sensibilidad

¡Hasta pronto!

 

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *