El Sentimiento de Soledad y
las Personas Altamente Sensibles

Muchas personas altamente sensibles experimentan la soledad de manera muy fuerte en distintas etapas de su vida. Algunas lo hacen desde un prisma de tranquilidad y sosiego, valorándola frente a una sociedad cada vez más agitada y nerviosa. Otras, lo vivirán desde un sentido de desconexión con los demás, al sentirse diferentes de la mayoría.

Hoy nos centraremos precisamente en esta soledad, aquella que surge desde la parte más existencial de nosotros mismos, y que nos reflejará un vacío interior debido a la falta de compañía y conexión con otras personas.

La mayoría de las PAS viven en su momento presente (y también desde que son pequeños), una sensación de ser diferentes, de tener inquietudes que la mayor parte de la gente no habla o expresa, y de sentir y percibir el mundo de manera distinta. Debido a esto, es bastante probable que si eres una persona muy sensible y emocional, vivas sintiéndote solo/a (y, a veces, hasta raro) desde la infancia. Podemos estar junto a otras personas, pero si no sabemos conectar con ellas, o ellas con nosotros, este sentimiento se activará en nosotros.

Lo cierto es que nacemos y morimos solos, y aunque estaremos rodeados en nuestras etapas de la vida por otras personas, la experiencia de nuestra existencia, es completamente en soledad. Nos pueden entender y tratar de ayudar, nos pueden apoyar y validar. Pero la última experiencia siempre ocurre en nuestro interior y solo nosotros podemos llegar a entenderla por completo (o casi).

Esto es inherente a todos los seres humanos, es decir, vivimos una realidad de soledad pero a la vez compartimos un sentimiento universal, ¿cómo hago para vivir una vida plena y lo más enriquecedora posible conmigo y con los demás? Todos buscamos esto en el fondo de nuestros corazones. 

A nivel espiritual se explica que los seres que habitan nuestros cuerpos vienen todos de un mismo lugar, y al estar separados de manera física, buscamos esa conexión profunda con los demás. Por esa razón, muchas veces en pareja y con el sexo, por un instante, podemos sentir que no estamos separados, sino que somos uno con el todo. También se dice que los bebés experimentan esa conexión, esa unión, cuando están aún en el útero de su madre.

Esta búsqueda de conexión se refleja también en nuestro sistema nervioso; nuestro cerebro está codificado para buscar relaciones de calidad que nos ayuden con nuestra maduración como personas, para mejorar nuestra seguridad, nuestro crecimiento y que podamos expandir nuestro potencial por encima de la mera supervivencia biológica. Buscamos de manera natural que las relaciones que se den en nuestra vida nos aporten significado y confort. Las personas más sensibles saben de la importancia de las relaciones humanas, y estarán normalmente más enfocadas en esto que en lo material, por ejemplo.

Pero, ¿qué ocurre hoy en día con la soledad? Existen dos puntos importantes a tener en cuenta; por una parte, las sociedades están hiper-enfocadas en el mundo profesional y material. Cada vez se vive menos en grupo (núcleos familiares grandes, tribus, etc.) y se potencia más la separación física (a través de la tecnología y… bueno, recientemente con el COVID).

Por otro lado, hay una falta de educación emocional generalizada en cuanto a estar en paz con nosotros mismos y a tener una relación sana interior, por lo que no sabemos estar de manera armoniosa cuando nos encontramos en soledad.

Cuando ambos factores convergen, es decir, cuando tenemos mala relación interior y la sociedad empuja a la separación, nos vemos envueltos muchas veces en un gran sufrimiento, porque no soportamos estar con nosotros mismos y a la vez, tendremos pocas relaciones de calidad o significativas para nuestro correcto desarrollo emocional y social.

Mientras esto ocurre, el sistema sigue empujando para fingir que no está pasando nada al respecto, negando la existencia de dicha realidad de las personas y de la sensación de vacío que viven millones humanos. Y por supuesto, rechazando y discriminando a aquellos que son diferentes y que viven otro tipo de realidades procurando no dejarse absorber por el sistema.

Por esto es por lo que muchos de nosotros llenamos nuestro tiempo con cosas del exterior. No nos han educado para estar en paz desde adentro, sino que ‘’lo de fuera’’ tiene que estar en orden. 

‘’– No importa que te sientas como una mierda, tú procura tener un trabajo y ganar dinero, ya cuando te jubiles a lo mejor te da la crisis existencial.’’ ‘’– ¿Te está dando la crisis con 20 años? Eso es que tienes mucho tiempo libre, mejor ponte a estudiar o trabajar.’’ Pero hay una voz de intuición que sabe que este no es el camino.

Es necesario comprender que no somos defectuosos por tener ese sentimiento de soledad y de vacío. Y a la vez, es importante que seamos capaces de desarrollar y de adquirir alguna habilidad a la hora de hacer frente a dicha sensación; una especie de aceptación al respecto, pero llegando a superar la idea de que no somos válidos o suficientes por sentir dicha soledad. Somos dignos seres humanos, lo que sucede es que muchas veces no sentimos amor y compasión hacia nosotros, porque no supieron dárnoslo en su momento y no nos hemos entrenado para esto. Más aún si de niño eras ultra sensible y te preocupaban cosas impropias para alguien de esa edad o sabías perfectamente lo que sucedía entre los adultos pero te trataban como si no te enterases de nada. Al final, puede que hayas crecido creyendo que eras inadecuado. Y puede que te veas envuelto en relaciones de dependencia emocional debido a una mala autoestima. O puede que tengas miedo de abrir tu corazón por miedo al rechazo del pasado.

¿Cuál es la paradoja de todo esto? Pues lo cierto es que, para encontrarnos a nosotros mismos, y tener una relación más amorosa a nivel interior, durante nuestro proceso de individuación (Carl Jung), donde aprendo a amarme tal y como soy, con partes más bonitas y más oscuras, la soledad se produce. No es posible llegar a amarme y respetarme a mí mismo completamente sin atravesar la soledad. Porque hemos de renunciar a ciertas cosas externas para elegirnos a nosotros mismos y lo que es mejor para nosotros. 

A la vez, durante este proceso, es bastante posible que aparezcan personas y relaciones donde se nos honre en nuestra individualidad y como seres únicos e irrepetibles que somos.

¿Significa esto que tengo que estar solo mucho tiempo? ¿Significa que tengo que aceptar la soledad como algo predestinado? No.

Hay una diferencia entre ahogarnos con el miedo a la soledad, y reconocer que eso está ahí pero poder seguir haciendo nuestras vidas de la mejor manera en la que podamos y a su vez, tratar de estar en paz con nosotros. No es necesario vivir de forma crónica en un lugar de tortura mental debido a la soledad. Y esto es una práctica y un continuo trabajo. También puede ser una adicción (por experiencia lo digo) el tener una visión de nuestro propio ‘’Yo’’ como sufriente o mártir de la soledad. Esto nos impide dejar que cosas nuevas lleguen a nuestra vida, ya que limita nuestras posibilidades al tener unas gafas completamente enfocadas en lo que no va o en lo que no fue bien en el pasado.

Cuando uno deja de evitar esa sensación desagradable que hemos tratado de tapar durante muchos tiempo y se sienta con ella, empezamos a construir una balsa para atravesar ese río de malestar. Será necesario mucho esfuerzo mental y emocional y habrá días muy difíciles, donde estar en soledad será muy duro y complicado. Pero a medida que vayamos aceptado la realidad de nuestra existencia y de nuestras propias emociones complejas, y la observemos con compasión, empezará a surgir en nuestro interior más espacio, más libertad, más calma y más sabiduría. Y estaremos mucho mejor preparados para crear también relaciones más adecuadas; aunque la sociedad empuje a lo contrario, siempre habrá personas que quieran vivir una realidad más unida y acorde a nuestros valores.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *